Ya no es la misma sensación, claro que no. No puedo fumar con la misma excitación que me provocaba hacerlo en un principio. Esa mezcla de tensión y relajación, ese niño probando a ser un adulto y confundiéndose en el camino. Y pasaron los años, y en mi cajón seguía estando esa cajetilla, que te mata pero te alivia, la vida siempre tan errónea, tan confusa, tan tajante para todos.
Y ahora ¿que? Me lio un problema, para poder deshacerme de miles de ellos mas. Y entre risas, quizás mis ojos se sequen, pero ¿que mas da? Es mi vida. No te metas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario